viernes, 25 de febrero de 2011

¿Por qué no triunfa la poesía?

Me gusta mucho la poesía pero no triunfa por cosas como ésta:


Ahora yo os voy a dedicar una de las mías:
¿Eres poeta? Pues tira de lo que me asoma en la bragueta! (que es roja y verde)


"En la puerta del garaje,
por tu amor, yo planté un pino,
y ahora que ya no me quieres
¿como coño saco la Vespa?"

Upps! quería decir Vespino

Actualización!
Yo cuando digo que me gusta la poesía, quiero decir ésto:

miércoles, 23 de febrero de 2011

Hoy es 23F

Hoy se cumplen 30 años del golpe de estado del 23F. Hay fechas que quedan grabadas en nuestra memoria y recordamos con gran precisión que estábamos haciendo en aquel momento histórico. Todos recordamos que hacíamos cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas el 11S, cuando los trenes volaron por los aires el 11M (gracias a Dios yo ese día, como era habitual, no iba en uno de esos trenes por que llevamos a mi hija a la guardería en coche y eso fue lo que me salvó la vida), pero también recordamos con quien estábamos viendo el partido cuando la Roja ganó el campeonato del mundo. Son hitos de la historia.

Recuerdo con todos mis sentidos aquella tarde del 23F. Las imágenes se quedan pegadas a la retina, pero también los olores, los sentimientos, las caras. Yo era bastante pequeño pero ese momento me marcó, fue como un despertar a la vida adulta, adentrarme en las preocupaciones de los mayores. No sabía que era realmente lo que estaba pasando, pero algo no marchaba bien y eso me angustiaba.

Esa tarde estaba con mi madre comprando en la tienda del barrio, la tienda de "El Tío Miserias". Era un ser mal encarado y odiado por la mayoría del barrio, con fama de taimado y estafador (nunca volví a ver en mi vida 1/4 kg. de chopped más raquítico que el que despachaba el baranda, ¿sería por que la báscula estaba trucada?, esa era la sospecha que todos teníamos). Medía lo mismo que un perro sentao y con esos brazos cortos y gordozuelos se movía por la tienda de ultramarinos como una rata, esquivo y malicioso, su mandil estaba conderocado con más medallas que un general. La tienda estaba siempre llena y esa tarde también. Y por qué os preguntareis si el tipo era de aquella calaña. Por que la mayoría de la compras acababan de alguna de estas maneras: "Andrés, apuntalo que ya te lo pago", o bien, "mañana baja mi madre". El tenía su agenda que era como la Santa Biblia del Barrio, allí todos tenían cuentas pendientes.

De repente, la tonadillera de turno (el hilo musical de tan noble lugar) dejó de cantar. Oímos voces y revuelo en la calle y entonces alguien entró corriendo por la puerta y dijo: "Ha habido un golpe de estado". Yo en ese momento no entendí muy bien lo que pasaba, por que todo el mundo había enmudecido. El tendero se aupó
detrás del mostrador sobre unas latas enormes de bonito en aceite (del que se vendía a granel envuelto en papel parafinado y que a mi me encantaba cuando mi madre hacía ensaladilla rusa) y cambió de emisora y empezamos todos a oír como unos Guardias Civiles habían entrado en el Congreso y disparado en el hemiciclo.
Mi madre, como siempre, muy pragmática ella, esperó a su turno y compró mortadela y jamón de
york, azúcar, aceite, huevos y papel higiénico (por aquel entonces el de El Elefante, que era como limpiarte el culo con una lija del 7, sólo de pensarlo se me irrita el ojete) y todo en grandes cantidades como si fuéramos 15 de familia.
Al salir a la calle vimos como todo el mundo salía a la carrera y ante el estupor de los adultos y el disfrute mio (ingenuo de mí) vimos pasar varios
Willies y Land Rover rebosando de militares que con todos sus pertrechos se dirigían en dirección a Atocha. "Mamá, ¿esto es la guerra?". "Anda, calla y corre".

Subimos los 4 pisos sin ascensor cargados como mulas y llegamos a casa. Mi padre estaba preparándose para ir a trabajar y de pronto nos dice: "No os
preocupeis, no va a pasar nada". Mi madre le pedía que no se marchara, que pusiera la radio y que esperará a ver que decía, que acabábamos de ver a los militares en la calle, en pleno centro de Madrid, que cualquier cosa podía pasar. Pero mi padre, ni corto ni perezoso salió por la puerta. Con dos cojones.

Al día siguiente tenía un examen en colegio, no me acuerdo muy bien de que y debía de estudiar, mi madre me dijo que me quedara en el salón,
quietecito y sin moverme, que ya veríamos si mañana iría al cole. Yo pensaba, esto de los golpes de estado es un chollo, espero que sea como cuando se murió Franco, otros tres días sin cole.
Cenamos más pronto que nunca y me mandaron a la cama cagando leches. Mi padre llegó a medianoche, más pronto de lo habitual, y yo le escuchaba hablar con mi madre en voz muy queda mientras escuchaban en la Cadena Ser a
José María García, el Butanito, pero parecía que seguían hablando de la guerra y no de futbol. Esto tiene que ser serio. Se pasaron toda la noche en vela y yo a ratos con ellos.
Al día
siguiente mi madre me despertó como cualquier otro día, a hostias. "Pero, ¿no había una guerra?", pregunté yo. "Anda, anda, vete, lávate la cara, desayuna y te vas al colegio". Joder, pues vaya mierda de guerra, pensaba yo, que sólo ha durado una noche.

Antes de ir al colegio, bajé con mi padre, el compró El
Alcazar y el As y yo El País, ya por entonces me dí cuenta que en algunas cosas nos separaba un mundo. Faltaba más de la mitad de la clase y ese día no hicimos nada y mucho menos el examen (¡Cómo mola la guerra!). El profesor que tenía era Don Hemeterio, que nos daba clase de historia y tenía una cara de asco (le llamábamos Don Cementerio) y muchos días iba a clase con su vasito de agua y su bote de bicarbonato. Aquel día también, vaya por Dios, ese no era un buen augurio. El también tenía la radio puesta en clase y cuando me vio entrar con el periódico me lo arranco de las manos y se lo puso a leer. Tócate los cojones, cualquiera le decía nada, con la mala hostia que se gastaba y encima ya iba por su segundo vaso de bicarbonato. Mal rollito. Pues a esperar la hora del recreo.

A media mañana la cosa parecía menos tensa. Cuando llegué a casa mi madre me dijo que ya no habría guerra. Las guerras en España no son serias, pensaba, para eso los alemanes, esos si que montan buenas guerras.

Durante los siguientes días me dediqué a comprar todas las revistas y todos los periódicos que pude, con lo que le sisaba a mi madre cada vez que iba a comprar en la consabida tienda de El
Tío Miserias. Pero no con afán de estudiar unos años más adelante lo sucedido en aquellos días, sino más bien pensando que dentro de unos años algún coleccionista me lo quitaría de las manos por un pastizal. Pero, como no podía ser de otra manera, mi gozo en un pozo, unos quince años después mi madre decidió realizar una limpieza de mi habitación y os imaginais que era lo primero que le estorbaba. Exacto, todos los periódicos y revistas que durante todos estos años había conservado como oro en paño, junto con otras cosas tan valiosas como la entrada al primer concierto de mi vida (los Lord of the New Church en la Sala Morasol, de lo cual hablaré otro día) y otras cosas de gran valor, al menos sentimental para mi. Madre, afortunadamente, no hay más que una.

¿Qué sabemos de lo que ocurrió 30 años
después? Hoy leo en La Razón (diariamente al curro nos llevan La Razón y el ABC, más que nada para que estemos bien informados, toda una gentileza por parte de la empresa) un artículo de José Antonio Vera titulado Todo por el Golpe, que dice lo siguiente:
"Destaca de la asonada lo que los hombres de Tejero se comieron y bebieron gratis total en 18 intensas horas de cautiverio, que fueron: 16 cajas de cerveza, 19 de champán, 143 botellas de
guisqui y ginebra, 94 de vino, 14 latas de esparrago, 7 de fruta, 14 de mermelada, 4 de bizcochos, 6 de bonito, 12 kg. de chorizo, 9 de jamón, 9 de salchichón, 17 de queso, 26 de naranjas, 9 de plátano, 21 de manzanas, 15 de peras, 2 de café, 22 barras de pan, 23 cajas de leche y 16 de lechugas. Se comieron 93.000 ptas. de la época, se bebieron 106.000 y se fumaron 58.000. Y arramplaron con 5.000 pesetas de propinas que había en el bote de los camareros del bar de Las Cortes. Todo por el golpe". Y yo que me quejaba de la compra de mi madre. Me quedo sin palabras.

martes, 22 de febrero de 2011

Pienso ..... lo justo

Hace unos cuantos años, no os voy a desvelar mi edad en mi primer artículo, tomé una de las decisiones más sabias de mi vida, algo que ha marcado mi existencia desde entonces y que espero seguir al pie de la letra hasta el resto de mis días. Me refiero al uso de mi cabeza a la hora de tomar cualquier decisión. No fue algo espontaneo, no fue que de repente me di cuenta de ello, sino más bien fue el resultado de madurarlo durante el trascurso de los años.

La verdad es que empecé muy mal ya antes de nacer. El médico le dijo a mi madre que tenía que practicarle una cesárea porque en la ecografía vieron que tenía la cabeza en el culo y el culo en la cabeza No, no os asustéis, resulta que estaba al revés, que en vez de nacer de cabeza iba a venir a este mundo, de culo. Estaba claro que nunca llegaría a ser ingeniero de caminos.

Cuando estaba en EGB mi maestra me pilló peleándome con Raul en el pasillo del cole y al explicarle el motivo de nuestra disputa nos hizo entender que las cosas no se arreglan con violencia, que esos eran los métodos usados por nuestros padres y abuelos, pero que hoy en día los conflictos se arreglan usando la cabeza. Bastó un cruce de miradas, en mi siguiente encontronazo con Raul, para darnos cuenta que el consejo de la maestra no era de nuestro agrado. Me dieron 8 puntos. Siguiendo su consejo , nos liamos a cabezazos, como verdaderos cabrones, hasta que me abrió una brecha que iba desde la ceja hasta la oreja. Si, 8 puntos.

Antes de acabar EGB, la misma maestra, que ya era nuestra tutora y que parecía que ya no se iba a despegar nunca de mi , me aseguró que no tenía más que serrín en la cabeza. Yo, como no era gilipollas, aunque había repetido un par de cursos, pillé el mensaje al vuelo. Aquella vieja con cara de amargada , utilizó una metáfora , para que mis compañeros no se dieran cuenta y lo que me estaba diciendo en realidad es que tenía caspa. Seguí un tratamiento completo de 1 mes untando mi cabeza con HS Fromline PV neutro. Al acabar el tratamiento, le comenté a mi tutora, a la que ya estaba cogiendo cariño, que ya no quedaba serrín en mi cabeza, enseñándola el bote vacío de HS Fromline. Me miró fijamente y me dijo, es verdad , ya no tienes serrín, tienes la cabeza hueca. Puf, pocas veces he estado tan orgulloso de mi mismo, me había quitado las caspa de un plumazo. Lo que no he entendido nunca es por que decían de Juan, mi compañero, que tenía una cabeza brillante. No me parecía que la tuviera más brillante que los demás, pero como era mi colega, me parecía bien que se lo dijeran.

Cuando fuimos al instituto tuvimos que elegir las asignaturas a estudiar, Ciencias, letras ….. dicen que algunos tienen cabeza para las matemáticas, cabeza para los idiomas , cabeza científica, cabeza para las letras, y mi cabeza …. Como es ??? Aparte de cabeza dura. No sabía que elegir. Me estuve comiendo la cabeza durante un par de días y ...... empecé a currar ............ en el puerto..

Mi madre siempre me comparaba con mis colegas .... tu amigo Juan, ese si que tiene la cabeza bien amueblada. Haría cualquier cosa con tal de ver contenta a mi madre, así que me empece a amueblar la cabeza, cuatro pendientes en la oreja izquierda, piercing en la ceja derecha y otro en la lengua, y dos tatuajes, uno en cada patilla. Eso si, todo de calidad, nada de Ikea. Salía a la calle más chulo que nadie, con mi cabeza bien alta y bien amueblada.

Y un día me enamoré de una chica. Todo el día con la cabeza en la luna , pensando en ella. Si, ella me hizo perder la cabeza y no en el sentido figurado, sino que fue así. Unos cuantos amigos decidimos pirarnos un fin de semana de acampada con nuestras churris. Cuando ya estaba todo organizado mi novia me dijo que no podía venir, pero que se acercaría a la estación a despedirse. Ya estaba el tren listo para salir, y la veo llegar justo cuando arrancábamos. Empezó a correr por el andén. Emocionado y nervioso, conseguí bajar la ventanilla de nuestro vagón y ella entre suspiros, por la carrera que se estaba pegando, consiguió decirme que ya no quería verme más, que lo nuestro se había acabado. Sin poder reaccionar seguí con la cabeza fuera de ventanilla durante unos metros más. Hasta que me metí un hostión con un poste de esos que hay en los andenes de las estaciones. Mi cabeza salió volando despegándose completamente de mi cuerpo. Paré el tren y tardé dos días en reencontrarme con mi cabeza.

Para no caer en una depresión pensé que lo mejor sería tener la cabeza ocupada. Empecé a tocar la guitarra con unos colegas. Joder no pensaba que fuera tan difícil tocar la guitarra,. Aguanté tres semanas.

Si, me llegó la hora de sentar la cabeza. La gente dice que la mejor manera de hacerlo es casándote y teniendo hijos. No tenía ninguna intención de casarme, y los hijos …. Que los tengan mis colegas, yo paso. Tenía que haber otra forma de sentar la cabeza, y consulté a la ‘Gran cabeza’ , a la que lo sabe todo, a la cabeza Universal, a Internet. Busqué ‘sentar la cabeza’ y no encontró nada. Me quedaban dos meses para cumplir 29 años y me di cuenta, que durante todo ese tiempo, me había machacado demasiado la cabeza, así que decidí, que desde ese momento haría y pensaría lo que me salga de los huevos,