martes, 15 de noviembre de 2011

El Gimnasio

Hay dos veces al año que te das cuenta de los excesos cometidos, cuando vuelves de las vacaciones del verano y el 31 de diciembre. Te miras en el espejo y te imaginas que estás en el Túnel del terror, tu imagen desfigurada, una tripa que parece que estás preñao de siete meses y una siesta. Pero tú no eres el único que ha pasado por los estragos de los excesos y que ha tenido la brillante idea de apuntarse al gimnasio y perder esos kilos de más. Y más cuando hace un mes el Ayuntamiento acaba de inaugurar uno municipal, después de haberse gastado 35 millones de euros (tres veces más del presupuesto inicial, que es que al final los políticos lo quieren dejar tan genial y tan divino de la muerte que el presupuesto se les va de las manos, pero, oye, que ha quedao tan monísimo que merece la pena hacer tal dispendio, todo por el bien del pueblo). Para que luego lleguen los perroflautas de izquierdas y digan que los políticos no piensan en el pueblo llano.

Para empezar te haces las oportunas fotos en el fotomatón, que el que inventó este aparato monstruoso debía de ser un asesino en serie y de ahí el nombre. Mira el pajarito y a esperar un minuto a ver el resultado mientras le rezas 5 Avemarías a Nuestra Señora de los Desamparados, que Fátima nos pilla un poco lejos. Y ya con las fotos en la mano te das cuenta, coño, pero si me estoy quedando calvo, he salido con un ojo guiñao y con ese chándal parece que acabo de salir de Alcalá Meco. Cuanto daño han hecho los fotomatones al ego de las personas, sobre todo cuando eras joven y te quitaba la cartera la típica graciosa y te decía No, pero si no me voy a reír de la foto del carnet. Jasdeputa, todas son iguales.

Te diriges al gimnasio, pides la vez en la puerta y te dan el numerito. El 725, Joder son las 5 de la tarde, he comido como los pavos para estar el primero y me quedan unas 200 personas, sólo para pedir información. Bueno, como estoy decidido, me pongo en la cola de Inscripción para ir más rápido. El 863. Joder, hoy no es mi día. Rellenas el formulario, le entregas la foto (la pava que levanta una ceja, mira la foto, te mira a ti y sonríe con cara de Hijo mío, pero que es esto). Te pide el número de la cuenta bancaria. Y entonces va y me pregunta ¿Y el libro de familia? Si, el libro de familia, si te vas a apuntar con la parienta tenéis que demostrar que estáis casados para que te hagan el descuento. Pues no, no lo he traído. Claro, eso te pasa por no haber pasado por la cola de información. Mira, si quieres ahora puedes pasar con toda esa gente a la que esos monitores con cuerpos yogur Vitalinea les van a enseñar las instalaciones. Me siento como si fueran a enseñar el Museo del Louvre. Todos estamos con los ojos como platos viendo tanta máquina, tanto aparato. ¿Y en cuánto tiempo piensas que podría perder los 4 ó 5 kilos que me sobran? pregunta una tía que debe pesar como 135 kilos en canal. Pues si te vas a la estación de Atocha ahora mismo puedes coger un tren que va a Lourdes y mañana por la mañana pides un milagro a la virgen, jejeje. Que graciosos son los monitores vigoréxicos y las bulímicas del step

Yo esperaba que me lo iba a tomar más en serio. Me he comprado el equipo completo: Mochila Adidas, bañador Speedo (el T urbo me tiraba un poco de las ingles y los pelos de la entrepierna se me quedaban enredaos cuando me lo quitaba), las gafas, el gorro, la toalla, eso sólo para la piscina. Y para el gimnasio: la camiseta, el pantalón corto, otra toalla para secarme el sudor. He probado a meterlo todo en una taquilla, con ayuda de dos cachas que andaban por allí y con un poco de suerte he conseguido meterlo todo dentro. 20 minutos de bicicleta, que a mi me pareció 1 hora, y he quemado ¡75 calorías¡. Otros 10 minutos de cinta, en la que casi me meto la hostia padre, pero eso si, disimulando como si no hubiera pasado nada miro a un lado y a otro por si había algún conocido cerca. Es hora de las pesas. Serán cabrones, encima ponen las instrucciones de las máquinas en inglés. Aquí nadie pide ayuda a los monitores, entre otras cosas porque están vacilando con las tías buenas y pasan del resto del mundo. No puede ser tan difícil. Me siento, le pongo 20 kilos de nada en el aparato de press-no-se-que-hostias. A la de 1, a la de 2 y a la de tres. ¡Ay¡ Ya me he jodido la espalda, el bíceps y me he quedao que parezco a Quasimodo, encogido y deformao, que no me enderezco en un mes. Mañana voy a tener agujetas hasta en el rabillo del ojo. Está visto que las pesas no es lo mío. En 10 minutos empieza las clases de aerobic y ya hay 20 culonas esperando para entrar. En 15 minutos clase de spinning (que no tiene nada que ver con el acné), pero viendo lo que hacen en la clase, como que paso del tema. A alguno le va a dar un infarto, pero si están todos sudando como gorrinacos, rojos como tomates y encima la música. La puta música. ¿Pero quién pone la música en estos sitios? Pum-pum, pum-pum, broooooom, pum. ¡Dios, sácame de aquí¡ Estoy a punto de que me sangren las orejas mientras escucho una versión del baile del Koruro ese en versión trance. Mañana me traigo los cascos y voy a mi bola. En la siguiente sala están dando una clase de kickboxing aeróbico y todos los tíos tienen pinta de porteros de discoteca rumanos. No entro por si acaso me utilizan como sparring o saco de combate. Vamos a darle de hostias al tirillas del nuevo.

Me voy a la piscina, pasando antes por los vestuarios para estrenar el bañador nuevo. Tienes que entrar con zancos o con una zodiac, de lo encharcado que está, los hongos son del tamaño de champiñones. Me cambio y al agua patos. ¿Dónde vas chaval? Ahí ni se te ocurra ¿Quién yo? ¿Ahora que he hecho? ¿pero no ves que ahí están dando clases los niños? Si te quieres meter en la piscina sólo lo puedes hacer en las calles con los banderines rojos no en las azules. ¡Pero si sólo hay dos calles con banderines rojos y parece que estás en Benidorm en agosto¡ Cuatro largos y vuelta a los vestuarios, una ducha y para casa. Ya sé lo que se debe de sentir en un Reformatorio a la hora de las duchas.

Después de 2 meses he debido de ir unas 5 veces al gimnasio y he perdido unos 350 gramos, tirando por lo alto. Eso sí, cuando sales después de haber sudao como un gorrino te bebes 1 litro de Aquarius y te comes un quesito de La vaca que rie, que te vas a poner a dieta. Después de metérmelo en la boca leo en la etiqueta que cada porción son 75 kilocalorías. ¡O sea que me tiro 20 minutos montando en bicicleta y me como un quesito y todo el esfuerzo se va a tomar por culo¡ Para que luego digan que el deporte es salud. Estoy hecho polvo, tengo agujetas en sitios que no conocía de mi cuerpo, el único músculo que he desarrollado es el cuello (tengo tortícolis) de girarme mirando a las pibitas en mallas y encima sigo pesando lo mismo. Tanto esfuerzo no sé si va a merecer la pena. Me he planteado comprar un par de botes de proteínas con pastillacas de esas milagrosas que te ponen el cuello como los toros y las tetas como las de Yola Berrocal. Pero no sé, si luego los efectos secundarios son que se te queda la pichurra como una pasa, pues mejor que no, que prefiero quedarme panzudo que pichacorta. ¿O no?


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